Según subía del gimnasio me pase por curiosidad a ver como estaba esta vez (ahí como tres o cuatro al año creo).
No es que estuviera mal, estaba como siempre: los mismos puestos, los mismos productos y los mismos precios. La verdad es que podrían añadir cosas al menos cada año alguna cosa.
Ojee todos los puestos y estuve por comprarme un collar con un triskel japones, pero el precio me hecho para atrás, 5 euros en plástico que los había y 12 en plata de ley (pero mas bien mala por no decir hojalata). Me compre para calmar el hambre una patata asada (si no tienen nada que ver con la edad media pero si dejas que todos los puestos usen azúcar de caña o azúcar blanco, o refinado, no les vas ha decir nada) rellena de jamón. una hora y media alargada mas tarde de llegar cogí el autobús y me subí para Cercedilla.
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